domingo, 10 de octubre de 2010

Donde todo comenzó

Las garnachas como cualquier otra hermana mía que servimos para convertirnos en el delicioso caldo al que  llamamos vino, provenimos de la sub-especie vitis vinifera.

Como cualquier otra especie botánica tenemos a los machos que no producen fruto pero en cambio polinizan a las hembras que si que lo producen.

Los seres humanos de hace miles y miles de años es probable que descubrieran el vino por casualidad. Alguien dejaría unos racimos de uvas de la sub-especie vitis vinifera al sol, fermentarían y macerarían por accidente descollando su contenido alcohólico y alguien lo bebería, no precisamente por su sabor se haría famoso, pues presumo que un extremadamente ácido y encorsetado líquido más parecido al vinagre que al vino sería el primer resultado y puedo asegurar, sin haber estado allí que no fue otra cosa que sus efectos lo que en algún momento lo popularizó.

Imposible tareas se propoine el definir la fecha en que el vino nació, en que la vinificación de ciertas uvas produjo de forma ordenada el producto que llamamos vino, ningún palinólogo (estudioso del polen en el tiempo), antropólogo o arqueólogo se pone de acuerdo pero se presume que fue en algún momento entre el 8000 a.C y el 4.000 a.C.

Lo que es cierto es que todo comenzó en lo que hoy llamamos el Creciente Fértil, es decir, entre el Tigris y el Eufrates (Siria e Iraq) así las zonas costeras y cercanas al Caspio y el Mar Negro, el Cáucaso, donde hoy se encuentran Países como Turquía, Azerbayan, Armenia, Georgia y Rusia.

Igualmente se considera lugar clave el desarrollo del vino la zona de los montes Zagros que se encuentran en Irán o Persia.

En la foto de este post encontramos una visión panorámica del valle de Imeretia situado en Georgía y reclamado por los georgianos como la cuna del vino.

Qui lo sa!

Lo que si es cierto es que en el Neolítico fue la época que quizás no hizo que todo comenzara pero si la época que hizo que todo se transportara y se conservara.

Uno de sus avances, la alfareria, significó el nacimiento de recipientes y contenedores como las ánforas y el vino comenzó a ser transportado y comercializado, el vino entró de lleno en el mercantilismo.

¿Pero cómo podemos entender por rastros arqueológicos que en un lugar concreto se cultivaba vino?

El ser humano de aquellos tiempos comenzó a erradicar las vides silvestres masculinas que como hemos dicho no daban frutos y no entendían su utilidad, pero claro, al no ser fecundadas las vides hembras no podían producir fruto y por tanto la vitis vinifera parecía tener los días contados y que jamás llegaría a ver nuestros días.

Sin embargo una pequeña parte de vitis vinifera que era hermafrodita y por tanto era macho y hembra, fue la que pudo sobrevivir.

Fueron estas las que se replantaron en los antiguos viñedos y por tanto si se encuentran restos de vides hermafroditas, sabemos que fueron plantadas ex profeso.

viernes, 1 de octubre de 2010

Mantengo la memoria y viajo para aprender

Soy una garnacha, garnacha tinta para más señas. Soy aventurera, me llaman alocada y no dudan en adjetivarme como sexy, es probable que esa fama mía se deba a que mis caldos llegan con facilidad a los 16º. Estoy entrada en una jugosa carne y mi color es profundamente oscuro.

Nací en el Mediterráneo, en España, y hasta hace pocos años, principios de los noventa, se me consideraba de segunda clase, me tomaban como un aditivo para mezclar con otras cepas, era un triste relleno. La verdad es que desde mucho antes de mi re-descubrimiento comencé a extenderme por el mundo, pero como hija del Mare Nostrum me abrí camino por los lares que bañaban mi tierra primigenia, el primer País en adoptarme fue Francia, en 1659 el Rosellón, antaño español, pasó a ser territorio francés hasta nuestros días y en Francia me extendí al Valle del Ródano o en francés Côtes du Rhône, después encontré refugio en Italia y en su isla de Cerdeña, también de dominio español por aquellos tiempos, y allí me rebautizaron como la Cannonau, extraño nombre he de decir, aunque diferentes nombres llevo incluso desde mi terruño, pues en Aragón que llaman Tinta Aragonesa. Seguí mi andadura por el Mediterráneo y llegue a Grecia, Chipre, Turquía e Israel y encontré gran acogida en el norte de África cuyas costas me saludaron sin rubor.

Aunque mi paso y extensión fue firme y siempre me encontré cómoda en la cuenca mediterránea, como buena hija de este salado mar siempre quise ampliar mis miras más allá, así que en los primeros noventa vieron enólogos y productores del Nuevo Mundo, aquellas tierras colonizadas de forma permanente desde 1492 por los europeos se convirtieron en mis descubridores contemporáneos.

Llegaron a las tierras de Cariñena, del Priorato y veían como inmersas extensiones de mi variedad languidecían y se vinificaban con poco o ningún cariño, los del Nuevo Mundo introdujeron modernas técnicas en mis procesos y sacaron mis notas más notables, frambuesa, grosella negra, cuero... ¡ah! ¡qué agradecida estoy a aquellos que me devolvieron a la luz!.

Me encanta el sol, la tierra de fácil drenaje, y si está compuesta por esquistos (tipo de roca) mejor, para poder disfrutar de esas lluvias propias de mi mar que son aguaceros pertinaces. Curiosamente soy muy delicada y una vez que se me ha vendimiado soy tan sensible que puedo perder mi resplandeciente color con facilidad, de ahí la importancia de las nuevas técnicas.

Ahora han descubierto que combino de forma excelente con el Shiraz (en Australia) o Syrah (como me llaman en Francia); con la Monastrell o Mourvèdre;  con el Tempranillo, Tinta del País o Cencibel (cualquiera son sinónimos) y, como no, con el valeroso Cabernet Sauvignon. ¡Qué puedo decir, soy mediterránea y mejoro con la mezcla!

Estoy presente en California, Australia, Argentina, Chile, Nueva Zelanda y Sudáfrica. ¡Qué puede decir, soy mediterránea y adoro reposar mis raíces en nuevas tierras que recuerden mi querida cuenca!.

Tengo primas que se diferencian de mi en el color y a las que guardo en mi recuerdo, la Garnacha blanca, la Garnacha gris, la Garnacha rosa, ¡Qué puede decir, soy mediterránea y me encanta estar rodeada de colores y diferencias!

Como miembro de la gran familia de la Vitis Vinícola quiero mostrarte nuestros comienzos, nuestro desarrollo, nuestra contemporaneidad y espero poder visionar el futuro, un futuro mejor para todos donde la tierra no se salinice mas y no se acidifique el océano, pues podrán matarme a mi y a mi especie.

Y ahora ¿por dónde empezamos? creo que una pequeña leyenda será el perfecto comienzo a esta aventura.